Hace unas semanas compartí en este blog mis cinco deseos para este nuevo 2012. Cinco deseos que quiero argumentar y en algún caso ejemplificar políticamente. Mi primer deseo es que los gobiernos puedan gobernar, que quién gana las elecciones tome la responsabilidad de ejecutar las promesas electorales y resolver los problemas que afectan a los ciudadanos, aportando elementos de desarrollo social y económico. Parece muy obvio, pero la verdad es que los hechos nos lo ponen francamente muy difícil.
La inicialmente fácil ecuación que establece la participación de los ciudadanos en las urnas y el resultado de una opción como la ganadora es y ha sido la esencia de la democracia. Respetarlo es fundamental, aun cuando quien gana las elecciones no sea mi opción favorita porque me indignen las decisiones que tomará.
Hoy, además, en la ecuación quieren participar otros agentes sin pasar por las urnas, son los mercados, a los que se les hace muy difícil respetar la decisión de la mayoría y la responsabilidad del ganador. Los mercados, las agencias de calificación, siguen especulando sobre los datos financieros y marcan los caminos a seguir. Sin ninguna responsabilidad de la cuál preocuparse, claro está, cuando se equivocan. Lo que parecía obvio, ya no lo es.