El lunes, 1 de mayo, celebramos el Día Internacional del Trabajo. Es una jornada de reconocimiento a los logros alcanzados por el movimiento obrero y es también una jornada de reflexión y de reivindicación. Como todos sabemos, la crisis ha perjudicado notablemente el mercado laboral en España, pero además de ello la Ley laboral vigente pone a los trabajadores en una situación precaria y en muchos casos se han dado pasos hacia atrás, que difícilmente se podrán recuperar.
Parece increíble: un 11,2% de las personas ocupadas en Catalunya está en riesgo de pobreza. El empleo que se creó tras la reforma laboral es más inestable, anclado en la eventualidad, y en una flexibilización sin control. La pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora va acompañada de la grave incertidumbre en que ha dejado la crisis económica a los desocupados y los recortes sobre algunos sistemas de protección.
Lo que está en juego no sólo son los derechos laborales, sino también la dignidad de las personas. El derecho a un trabajo digno está recogido en la Constitución Española y vivir bajo el umbral de la pobreza, con salarios bajos no puede ser aceptable. Hay que generar trabajo, sí, pero no a cualquier precio, ni de cualquier manera. Para ello hay que tener, por encima de todo, voluntad política y contar también con el compromiso de los empresarios, con su disposición al diálogo y a una negociación colectiva justa. Todo el mundo merece tener un trabajo digno, por eso se luchó hace más de un siglo y por eso debemos seguir luchando; en ello, los sindicatos son pieza fundamental, y ese es el compromiso que mostramos este lunes.