En verano nos relajamos y es fácil olvidar ciertas situaciones difíciles de la vida cotidiana. Para las familias con dificultades, ese descanso no existe; nuestro papel es no bajar la guardia y mantener activos el máximo de mecanismos que dan ayuda a estas personas. No debemos olvidar que, cuatro años después de que se pusiera en marcha, la Botiga Solidària está atendiendo a 940 familias de Cornellà. Más de 6.000 entregas de alimentos, durante el año 2016, para cubrir sus necesidades básicas.
Su creación fue un gran logro del Acuerdo Social Contra la Crisis, con dificultades propias de la logística que implica la participación de muchas entidades; sin ellas, sin el apoyo que dieron desde el principio, la Botiga Solidària no hubiera sido posible o al menos, con el alcance que tiene. Sería mejor noticia que cada vez tuviera menos "alcance" porque hubiera menos familias con dificultades de abastecerse, pero la situación económica particular de quién se vio arrastrado por la crisis no parece, por ahora y de forma general, que podamos considerar que haya mejorado mucho.
Y tampoco olvidemos el tema de infancia. Este verano unos 370 niños y niñas, derivados de los servicios sociales, podrán disfrutar de casals con actividades a las que por cuestión económica su familia no podría acceder, y lo más importante, tendrán garantizada una comida al día, del mismo modo –durante el curso- que cuando tienen acceso a becas comedor. Esto también se ha conseguido no sólo gracias a las aportaciones económicas; también, y muy especialmente, porque diversas entidades han puesto recursos humanos y materiales para hacerlo realidad.
No entraré en dar opiniones políticas, en las causas, en las medidas a tomar. Pienso que es justo recordar donde estamos, recordar lo que se está haciendo, no para dar y quitar medallas, sino para que seamos conscientes y que no olvidemos que las vacaciones no suponen un descanso para todos. Saber dar salida a estos compromisos está por delante, en cualquier caso.