Este fin de semana se entregaba en la comisaría de Cornellà un hombre que había asesinado a su pareja y al hijo de ésta en Roquetas de Mar, en Almería. Sobrecogedores son los datos de este nuevo delito de violencia de género cuyas circunstancias mantienen el perfil de otros casos similares.
Las cifras son muy duras, y la impotencia se adueña de una sociedad que asiste perpleja a este tipo de actos. Pero la impotencia no debe paralizarnos, el asesinato final es el resultado de mucho tiempo de violencia psicológica y física, de actitudes que no deberían pasar inadvertidas para el entorno. Es fundamental la colaboración ciudadana, la repulsa colectiva y la denuncia pública. No debemos tener miedo ni girar la cabeza ante hechos de semejante magnitud, la denuncia debe ser la primera respuesta. La sociedad entera debe repudiar y señalar al matratador antes de que cometa el crimen final y sólo podamos lamentarnos.
Debemos alzar la voz, actuar desde la responsabilidad, continuar tomando medidas para evitar llegar a otro final atroz. Todos debemos luchar con contundencia y seguir apoyando a las víctimas, y convencernos, convencerlas, de que la implicación de todos es fundamental.