Soy de los que creen que la educación es el pilar más sólido que tenemos para progresar como individuos y como colectivo. Una educación entendida en el aprendizaje y la transmisión del conocimiento de forma amplia, creativa y productiva, que nos permita progresar y evitar fracturas sociales.
Lo hemos comprobado en nuestra ciudad a lo largo de estos últimos años con el trabajo realizado por la comunidad educativa, ampliándolo mediante el fomento del deporte y otras actividades humanísticas, construido gracias a la implicación de colectivos y entidades y sumando esfuerzos desde muchos frentes.
Por eso, cuando veo informes que nos alertan de las altas cifras de abandono de los estudios obligatorios en los jóvenes a partir de 16 años, o el publicado por el Gabinet d’Estudis i Opinió Pública en el que se apunta que de entre los jóvenes de 16 a 24 años que tienen un nivel bajo de estudios, el 63% se encuentran en paro; crece una alerta de grieta social provocando inquietud y preocupación.
En Cornellà la educación es una prioridad, lo ha sido y considero que lo podrá continuar siendo con un nuevo proyecto cuyo debate estamos poniendo en marcha: “Educar per Créixer”, ambicioso, plural, encaminado a plantearse todas las posibilidades, abierto a todas las miradas y fijando un trazado de consenso. Una educación que no sólo contemplamos desde las escuelas sino que hacemos extensiva, por ejemplo, a través de programas de formación ocupacional, de colaboración con entidades como La Carena o El Llindar para reconducir planes educativos en jóvenes con problemas.
En este contexto, el jueves, 13 de octubre, hacemos la presentación del curso académico y contaremos con el profesor Joan Domènech Francesch, autor del libro “elogio de la educación lenta”. De nuevo analizaremos la educación, lo trascedental que resulta el papel de los profesores y el diálogo permanente con la comunidad educativa.
Son momentos delicados también para la educación, comprendo la necesidad de efectuar recortes, pero en ningún caso éstos debieran afectar a los recursos humanos y tecnológicos que se destinan a fomentar el crecimiento humano de nuestros adolescentes y jóvenes, así como los recursos que se destinan a evitar el riesgo de exclusión, son necesarios; esta miopía tan conservadora supondría un coste muy elevado para el conjunto de la sociedad. Hablar de educación es formación, es hablar de competencias y habilidades, de preparación, de igualdad y de progreso.