En las últimas semanas hemos puesto en marcha una iniciativa que llevábamos meses trabajando fruto del análisis de la situación en la que se encuentran muchas familias de nuestra ciudad que, pese a tener un sueldo fruto de un contrato laboral, se encuentran en el umbral de la pobreza porque los ingresos que tienen son inferiores a los 1.071 euros brutos al mes y no pueden cubrir las necesidades básicas del día a día.
Se trata del plan de mejora de rentas bajas, un programa con dos vertientes para intentar hacer frente a dos problemáticas claras que hemos detectado y al que destinaremos un millón de euros en los próximos dos años.
Por un lado, para garantizar unos ingresos dignos, propondremos a personas de la ciudad en esta situación, detectadas por nuestros servicios sociales, un contrato laboral por un máximo de 15 horas de trabajo a la semana y un máximo de 469 euros brutos al mes, para complementar, tanto en horario como en salario el contrato que perciben actualmente, y garantizar que los núcleos familiares puedan cubrir esas necesidades, ya que son personas que no pueden acceder a otras ayudas como la renta mínima, por percibir un salario.
La otra parte de este plan tiene como eje, la infancia, a través de ayudas específicas para aquellas familias que con estos antecedentes no pueden hacer frente a temas tan cruciales como la alimentación u otros aspectos que tienen que ver con el crecimiento socioeducativo de los menores.
Son, desgraciadamente, la parte negativa de una crisis que ha creado nuevos nichos de pobreza. Y nosotros no queremos que la fractura social de nuestra ciudad se amplíe. Por ello llevamos muchos años trabajando, con un compromiso fijado en el Acord Social Contra la Crisi firmado por primera vez en 2009 y sobre el que seguimos trabajando.
Nosotros no nos quedamos en las palabras, nuestro compromiso es garantizar el bienestar de las personas que viven en Cornellà, y seguiremos promoviendo medidas de este tipo, siempre que nos sea posible.
Son acciones concretas para situaciones límite, para personas que antes de la crisis podían tener una vida digna y tras ella, han pasado una frontera que no podemos ni debemos permitir. Ante las grandes magnitudes de la economía y la desaparición de la palabra “crisis” en el vocabulario de aquellos que gobiernan actualmente el país, están las personas que no entienden de bolsa y de crecimiento económico, sólo se preocupan por subsistir dignamente y cubrir las necesidades básicas, fruto de un trabajo y un salario dignos. Es nuestro deber garantizar su bienestar, porque nos jugamos el futuro de muchas generaciones.