La violencia machista afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo. Así de duro y así de irracional. Aunque el viernes ya hice mención en el blog a los actos que llevamos a cabo en la ciudad y al manifiesto que se leyó con motivo del Día Internacional contra la Violencia Machista, quiero volver a hacer especial hincapié a este tema. Porque cada vez que una mujer o un menor mueren por esta causa, es un pequeño fracaso social, por lo menos yo así lo siento.
La violencia de género constituye un atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad de las mujeres y todos debemos ser muy conscientes de ello, porque las leyes no servirán de mucho sin la corresponsabilidad y la implicación del conjunto de la ciudadanía, porque se trata de un mal que arremete contra la sociedad de forma indiscriminada.
Por ello son importantes las actitudes, no banalizar comentarios, no justificar, no juzgar, no trivializar. La educación en la igualdad, el respeto y la libertad de las personas debe estar latente en nuestro sistema educativo tanto en las escuelas como en el seno de las familias. Pero también es importante que esas actitudes se trasladen a los medios de comunicación, al lenguaje, a las parrillas televisivas, a las letras de canciones, a los anuncios publicitarios…No puede haber doble moral.
Es el momento de que hombres y mujeres nos posicionemos, convencidos de que no podemos ser demócratas sin ser feministas y de que las desigualdades de género, cuya más siniestra consecuencia es la violencia sobre las mujeres, afectan al corazón mismo de nuestro sistema de libertades.
Es cierto que en los últimos años algo está cambiando y parece haber una mayor conciencia social, cada vez más personas, mujeres y hombres, asumen su responsabilidad social, alzan la voz contra la violencia machista y apoyan a las víctimas. Y cada vez más mujeres, con su reacción y con el apoyo social e institucional, salen del círculo de la violencia de género. Debemos seguir trabajando: con leyes, con respeto, con atención, con recursos, con actitudes y compromiso.
No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente. Virginia Woolf.