La semana pasada, los grupos municipales aprobaron un documento en el cuál se recogen un conjunto de medidas sociales, beneficios fiscales y de movilidad sostenible, para afrontar las consecuencias del coronavirus.
En relación a este acuerdo, quiero resaltar el compromiso de los grupos que están en el gobierno y los que no, demostrando capacidades y cualidades para fijar medidas que beneficiarán a la ciudad, en protección social, ayudar a reactivar la vida personal y la actividad económica de proximidad, y a reducir los efectos nocivos medio ambientales.
Sumar es lo que necesitamos en estos momentos, y lo que no necesitamos es más confrontación; lo que necesitamos es sabiduría para comprender y ampliar el compromiso, para evitar la división, ejercer la corresponsabilidad y demostrar que podemos evitar el sufrimiento innecesario, necesitamos sentimientos de justicia, solidaridad, respeto mutuo, y de complicidad comunitaria.
Tenemos que hacerlo bien, porque nuevamente nos vamos a enfrentar a tiempos difíciles. Poner orden en la actual situación no va a ser una tarea fácil, desconocemos lo que tendremos que mantener y lo que habrá que sustituir, por eso el delicado equilibrio que caracteriza a los acuerdos ha de proceder de la mediación del consenso, para obtener un aval amplio y plural que sustente el acuerdo político. Si no, se debilitaría su finalidad.
Hemos pasado tiempos difíciles. Y sabemos que lo primero a despejar son las ideas estancas, las propuestas prefabricadas, la uniformidad. Esta crisis sanitaria ha alterado las prioridades de nuestra agenda de futuro, pero esta no deja de ser vigente, queremos vivir juntos en una comunidad que mejore la calidad de vida: social, cultural, educativa, ambiental… siempre habrá momentos difíciles en el futuro, por ese motivo esto no es el fin.
Una ciudad no es un mero contenedor de personas, es el lugar humano más visible para transformar las convicciones del tiempo presente y concretar los cambios para alcanzar una comunidad más apacible y respetable.
Ahora toca la serena solidez y no la sobreactuación.