La dimensión humana de una ciudad se mide por la capacidad de sus habitantes de empatizar, de compartir, de gestos solidarios y generosos. Y en eso Cornellà es un ejemplo. Una ciudad humana. Un ejemplo de personas humildes, trabajadoras y con talento que saben el esfuerzo que supone conseguir las cosas. Una ciudad de personas creativas y sensibles que han construido una comunidad basada en esos valores y que ha luchado por un progreso social individual y colectivo. La Cornellà Humana, la que se enriquece y crece cada día al calor de la fuerza y el compromiso de personas con diferentes sensibilidades; la que se refleja en la exposición que podéis visitar durante unas semanas, en la plaza de Europa.
Esas coordenadas se expresan a través de los movimientos sociales, en la diversidad cultural, en proyectos que ponen como prioridad estar al servicio de las personas. De todo ello hay multitud de ejemplos. Lo vemos en nuestra Botiga Solidària, en el Acord Social Contra la Crisis, en iniciativas como las Ninekas, o en un ejemplo muy reciente, la cursa solidaria contra la leucemia infantil impulsada por el AMPA Dolors Almeda; también en las actividades de las Jornadas de la Dignidad con la implicación de entidades y personas anónimas. Las entidades feministas, los grupos de jóvenes que se suman a proyectos sociales, los niños y niñas que esta semana celebran el Día Internacional de la Infancia y que ponen el acento en los derechos de los menores.
Cornellà Humana, es todo eso y mucho más, y este es nuestro principal patrimonio: las personas. Queremos seguir avanzando con ellas a través del compromiso y la corresponsabilidad para construir una ciudad tangible, madura y combativa; una ciudad que sepa salvar, acoger, integrar y respetar. Porque una ciudad que permite a sus habitantes ayudarse mutuamente no es solamente más justa, sino más resiliente.